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"Lecciones para la JEP que se pueden hallar en los juicios de Núremberg" El Espectador

A continuación, se realiza una transcripción de la noticia publicada por El Espectador. Todo el texto y las imágenes fueron tomadas de su página web.

"Lecciones para la JEP que se pueden hallar en los juicios de Núremberg" El Espectador

20/03/2018

 

Los juicios de Núremberg fueron creados tras un duro debate, pues la opinión pública en ese momento se inclinaba por ejecutar a todos los nazis. ¿Qué dice esa discusión sobre los retos de la JEP?

Ahora que la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) abrió sus puertas al público, en un acto trascendental para la consolidación de la paz en Colombia, es valioso acudir a ejemplos históricos para entender las dificultades y retos que vienen para la JEP. Hace un poco más de 72 años, en Londres, las potencias aliadas anunciaron la creación del Tribunal Militar Internacional (TMI) con el fin de juzgar a los líderes nazis. Los llamados Juicios de Núremberg marcaron un hito en la construcción de la justicia transicional y su legado todavía moldea el Derecho Penal Internacional y la evolución de los derechos humanos.

Una historia detrás de la creación del TMI, que no es tan conocida, podría ofrecer lecciones importantes para la JEP. Los Juicios de Núremberg fueron, en la práctica, una creación de los Estados Unidos. Sin embargo, su concepción no fue pacífica y estuvo precedida de un duro debate entre dos poderosos ministros del presidente Franklin Delano Roosevelt. Por un lado, Henry Stimson, el secretario de Guerra, promovía la creación de una instancia judicial que juzgara, dentro de las reglas del debido proceso, a los líderes nazis. Por otro, Henry Morgenthau Jr., el secretario del Tesoro, defendía una idea que era muy popular entre los aliados: la ejecución sumaria del alto mando nazi mientras se impulsaba un proceso radical de desindustrialización de Alemania que llevaría a ese país a la época previa a la Revolución Industrial.

Al principio, parecía que la visión de Morgenthau iba a prevalecer. No solo la ejecución era el castigo preferido por la opinión pública (encuestas de la época indicaban que la idea de los castigos sumarios tenía el respaldo de un 60% de la población), sino que la mayoría de los militares aliados, impulsados tal vez por las aberrantes imágenes que hasta ahora se conocían de los campos de concentración, solo encontraban en el fusilamiento o ahorcamiento el más justo de los castigos.

Por ejemplo, Stalin solicitó ejecutar a más de 50.000 soldados alemanes mientras que Dwight Eisenhower, el comandante de las Fuerzas Aliadas en Europa, consideraba que las ejecuciones debían realizarse contra el mando alemán, conformado por aproximadamente 3.500 oficiales. Otra razón por la que preferían los juicios sumarios era que a los militares les daba miedo perder muchos soldados intentando capturar vivos a los nazis. Roosevelt se inclinaba por esa opción, incluso semanas antes de que se creara en agosto de 1945 el TMI.

La posición de Stimson de crear una instancia judicial parecía muy débil. Sin embargo, con una gran audacia acudió directamente a Roosevelt para defender su idea de garantizarle a los nazis un juicio justo e imparcial. Su primer argumento puede considerarse como legalista. Para Stimson, el debido proceso era inherente a la tradición constitucional de Estados Unidos y cualquier juicio internacional que contara con la participación de ese país no podía renegar de su larga historia de protección de derechos.

El segundo argumento, en mi opinión el más valioso de todos, apelaba a que después de una barbarie como la producida por los nazis la mejor respuesta era la civilidad. Stimson no proponía la impunidad -incluso en algún momento llegó a defender la idea de ejecuciones sumarias selectivas de algunos generales y autoridades nazis-, sino todo lo contrario.

En su opinión, para asegurar la paz era necesario excluir la venganza. El castigo iba de la mano del debido proceso. El perdón representado por un juicio garantizaba la autoridad moral del vencedor. Los vencidos tendrían la oportunidad de confrontar a su acusador y de esta manera la razón se imponía a la revancha. Finalmente, Roosevelt optó por el plan de Stimson, aunque ayudó que el plan de desindustrialización de Morgenthau fuera “misteriosamente” filtrado a la prensa, lo que produjo un giro en la opinión pública en favor de un tratamiento más favorable para los alemanes.

Creo que la JEP, en esta etapa de formación tan importante que empieza, puede aprender mucho del espíritu del plan de Stimson, es decir, la apuesta de Núremberg por la razón y el debido proceso. Aunque los juicios de Núremberg tuvieron muchos problemas, como la aplicación de la pena de muerte y la exclusión consciente de los crímenes cometidos por los nazis contra los judíos, su idea de perdón a través del derecho está más vigente que nunca. La JEP, a través de sus magistrados, representa la victoria de la razón. Colombia ahora se enfrentará a sus demonios, pero de la mano de la legalidad.

 

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